miércoles, 6 de octubre de 2010

REPORTAJE SOBRE PANDILLAS

JOVENES Y VIOLENCIA URBANA



Propuesta elaborada por Elmer Chánez Espinoza y presentada en el X Foro para la Planificación Estratégica de la Ciudad de
Santa Cruz de la Sierra
“ Los jovenes y la ciudad”
Octubre de 2010


América Latina y el Caribe son consideradas como una de las regiones más violentas del mundo, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS- 2006), la violencia homicida representa una de las principales causas de muerte entre la población de 15 a 44 años de edad.
En este escenario se puede concluir que la violencia es una de las problemáticas más complejas y de difícil resolución en sociedades como la nuestra. En nuestro país y principalmente en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, la magnitud de las expresiones violentas ha colocado en situación de extrema vulnerabilidad la seguridad física y patrimonial de las personas, ha propiciado la desconfianza en el accionar policial y puesto en evidencia la ineficiencia del sistema penal judicial.

Si bien la Policía Nacional , destaca en sus cuadros estadísticos que durante el año 2009 se atendieron 11.603 hechos criminales, en comparación de los 14.200 casos del periodo anterior; no se hace referencia alguna al grado de violencia practicado, aparentemente disminuyó el número de actos delictivos pero paradójicamente se incrementó el nivel de violencia en la comisión de los mismos.

Aunque no existe precisión en los datos oficiales de la Policía Nacional, se destaca que en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, las agrupaciones juveniles de carácter violento más conocidas como “pandillas”, han experimentado un notable crecimiento de aproximadamente entre 50 a 60 durante la década 1990-2000, hasta llegar a cerca de 200 agrupaciones en el periodo 2001-2010.

Las calles de la ciudad son testigos mudos de la presencia de estas organizaciones que extiende sus tentáculos de este a oeste y de norte a sur. Paredes con grafitis que no hacen otra cosa que recordarnos que el Urban Clan, los BDR, los DC2, Los Imbañables, Los Dioses Latinos, etc; son los virtuales dueños de la zona.

A pesar de que el fenómeno de las pandillas no es nuevo en nuestra ciudad, lo novedoso lo encontramos en la compleja estructura organizativa con jerarquías de corte militar, las células operativas en que se subdividen para facilitar el control de lo que estratégicamente denominan “territorialidad” y que siendo de una misma rama pueden adoptar diferentes nombres para evitar su identificación por parte de la Policía, el involucramiento de niños, niñas y adolescentes que luego terminan como objetos de uso sexual, las redes asociativas que han tenido la capacidad de tejer con pandillas en apariencia rivales para controlar determinados territorios y realizar diversos actos al margen de la ley.

La presencia de las pandillas se sitúa principalmente en las áreas urbanas donde resalta la precariedad económica, sin embargo no es un fenómeno exclusivo de los colectivos urbanos en situación de pobreza. Entre los jóvenes de los estratos sociales altos, las pandillas guardan la misma configuración organizativa, resaltando en gran medida un alto consumo de drogas, alcohol y la peculiar preferencia por la adicción a los desafíos extremos como las carreras de autos en determinadas zonas de la ciudad, las peleas callejeras pactadas entre los ocasionales oponentes y las apuestas que corren; las mismas que luego de grabadas son subidas y compartidas en las redes sociales y el Youtube.

La proliferación de estas agrupaciones juveniles que no cuentan con elementos positivos de socialización, las convierten en presa fácil de personas con experiencia en expresiones violentas, que al final colocan a los jóvenes en transgresores de la ley y el orden.

Con respecto a esto Wielandt (2005) 6 explica que la aparición de pandillas se relaciona con la desconfianza institucional y la carencia de espacios de participación que orienta hacia la vida criminal, lo que equivale a decir que "… la fragmentación y la segregación social, así como la ruptura de la estructura familiar , son un caldo de cultivo para la generación de las pandillas e inserción de los jóvenes a ellas, ya que los miembros de pandillas “son personas que no contaron con los recursos ni las atenciones sociales necesarias para que sus vidas se orientaran por las vías productivas y de desarrollo para ellos mismos y para su comunidad”.

A esto se agrega una permanente y sistemática cultura de violencia que predomina en nuestro contexto social; es decir gran parte de nuestras frustraciones y tensiones sociales se resuelven por la vía de la violencia, de allí el ejemplo que toman los jóvenes para resolver sus propios conflictos.

En este sentido es preciso admitir que objetivamente existe un serio problema de violencia en Santa Cruz de la Sierra, donde se ven mayormente afectados los jóvenes, ya sea en su calidad de víctimas o de victimarios, debido fundamentalmente a la multiplicación de los factores de riesgo que se describen a continuación:

• El maltrato y el abandono
• La falta de interacción emocional entre padres e hijos
• La disfunción familiar
• Los patrones de consumo influenciados por los medios de comunicación.
• La posición del país en su papel de productor, distribuidor y consumidor de drogas.
• El alto consumo de alcohol
• La permisividad social con respecto a la utilización de la violencia.
• Los bajos Índices de Desarrollo Humano entre los colectivos sociales menos favorecidos por las políticas sociales.
• La desigualdad distributiva de la riqueza que genera el país.
• La transnacionalización del delito y la publicidad gratuita que generan los medios de comunicación a estas organizaciones.
• Ausencia de políticas estatales para promover el empleo juvenil.
• El fácil acceso a las armas y la falta de normas regulatorias

Finalmente, debemos iniciar una profunda reflexión sobre el qué hacer con respecto a esta compleja problemática, para lo cual recurrimos a Jeffery, cuando dice «más leyes, más penas, más pericias, más jueces, más cárceles, significa más presos, pero no necesariamente menos delitos.